Un
día normal en casi todos los aspectos, las mismas cosas que cada viernes, las
mismas personas. Transcurría todo bien, todo bien hasta que recordaba que te
vería en cuestión de minutos. Entonces mis manos empezaban a temblar, mis pies intranquilos
danzaban de un lugar a otro, mis pensamientos dispersos, mi corazón inquieto…
Un pitido familiar me devuelve a la realidad. ‘Es hora de verte’ piensan mis
ojos, avanzo por el largo pasillo a paso normal, si por mi fuera correría. Y
entonces te veo, avanzas con la misma cara de siempre ‘vamos alegra esa cara,
estoy aquí’ pienso. Tú subes, yo bajo, finjo mirar hacia arriba cuando noto tus
ojos clavados en mí. Lo noto intensamente. Bajo la mirada. Estamos tapándonos
el paso torpemente. Queremos ir en el mismo sitio hacía direcciones diferentes.
Mi mente ya no piensa. Es como quedarse en
shock. Estamos a menos de un metro de distancia. Casi que rozamos nuestra
ropa (todo lo que me hubiese gustado decirte en aquel maldito momento) Mis pies
dan un paso hacia la derecha. Los tuyos también, es como un juego accidental.
Mi vista se pone borrosa. Solo puedo ver una chaqueta negra delante de mí. No
puedo pensar. Lentamente te mueves otra vez hacía la izquierda. Pero yo me
quedo allí plantada, sin articular palabra ‘no te vayas por favor’ dicen mis
ojos, pero tu estas demasiado lejos para verlos. ¿Qué ha pasado? Una gran
sonrisa intenta escapar de mi boca. Una sonrisa por ti. Pero para ti no habrá
sido nada. Por primera vez ha ocurrido algo que yo no he provocado.
Estábamos en el momento perfecto en el sitio perfecto. Y yo soy demasiado
cobarde para pensar en el destino.
Solo será un vago recuerdo de alguien que quería
ir en el mismo sitio hacia direcciones opuestas. Solo un choque accidental entre
desconocidos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario